Julie Delpy, en "
Tres colores: blanco" (1994), mi favorito de la trilogía de Kieslowski. Un "sí, quiero" como una catedral de grande.
Esta película sería imposible en España. El pobrecito polaco que regresa a su país quedándose sin la Delpy, se hace rico al calor de la revolución de terciopelo y, en vez de hacer lo que haría un nuevo millonario español (irse de putas, bañarse en farlopa y visitar el palco del Bernabéu a ver a los
vikingos Pepe y Khedira), sigue soñando con su francesita, hasta que sus vidas vuelven a cruzarse (el final mudo es uno de los más bonitos que he visto en una sala de cine).